Un viaje por Canadá para explorar Yukón.
Cuando hablas de Canadá, la gente posiblemente evoca instantáneamente imágenes de sus ciudades más típicas como Vancouver, Quebec, Toronto… y esto ocurre porque seguramente sean los lugares que hayan visitado, si es que alguna vez han pisado este amigable país situado al norte de América. Pero para los que no han estado todavía, lo más seguro es que piensen en enormes cataratas, paisajes de película, gente simpática y un puñado de renos. Este artículo va un poquito más allá de sus lugares más usuales.
Y es que, sin ánimo de menospreciar sus fabulosas ciudades, ubicadas tanto en la costa este como en la oeste, también nos gusta hacer hincapié en un destino que muchos viajeros pasan por alto cuando viajan allí y que, a mi parecer, deberían conocer.
Yukón. Así es, es una palabra que posiblemente no hayas oído hablar de ella antes, pero resulta que esta región es una verdadera joya canadiense. Este montañoso territorio consigue capturar los corazones de todos los aventureros con los que se ha topado. No tanto por su gente, y no es que sean antipáticos, sino porque está escasamente poblada. Pero una cosa está clara, Yúkon tiene mucha belleza natural que ofrecer. Desde glaciares, ríos, senderos, lagos… todo lo que puedas ver va más allá de los límites de tu imaginación.
Sus tierras guardan un legado histórico de lo más alucinante. Sus primeros habitantes llegaron durante la última Edad de Hielo, fruto de su instinto de supervivencia empezaron a construir sus hogares, mientras convivían con una variada fauna que albergaba desde mamuts, caballos, bisontes y caribúes. Si hacemos un buen salto temporal y nos trasladamos a finales de 1700, para entonces Yúkon ya empezó a comercializar con los mercados de Asia, Europa y América del Norte, suministrando pieles. De todos modos, su época más “dorada” fue hacia finales del siglo XVIII, cuando Skookum Jim, George Carmacks y Dawson Charlie, encontraron oro cerca de Dawson City. Tras este golpe de suerte, la fiebre del oro despertó, también conocida como la Klondike Gold Rush. Como consecuencia, se iniciaron oleadas de inmigración hacia este territorio, miles de personas decididas a hacer prospecciones a ritmo frenético. Cuando todo terminó en 1899, los buscadores de oro reclamaron más de 95 millones de dólares, con lo que dejaron a Yúkon en la ruina.
Y esa es la historia. Aunque no quedó en el olvido, si decides visitarla, verás que, a día de hoy, los días de fiebre de oro en Dawson City se conservan realmente bien. Lo verás reflejado en sus tiendas, edificios de finales del siglo XIX e incluso tomándote una buena cerveza en alguna de sus tabernas. El aspecto no pasa desapercibido, eso te lo garantizo.
Sin embargo, no solo destaca por conservar tan bien su legado histórico, sino que Yúkon es el lugar perfecto para los amantes de las actividades al aire libre. Encontrarás infinitas rutas de senderismo rodeado de truculentos ríos que corren cuesta abajo. Otro interesante punto, es que no debes preocuparte por perderte su mejor estación del año, cualquier momento para visitarlo es bueno, sea verano o invierno. Es un sitio que se presta para un sinfín de actividades, si gozas de espíritu aventurero, claro esto. Podrás ir bicicleta, esquiar, ir en kayak… las excursiones jamás se detienen, solo mejoran. Excursiones en motos de nieve, ver auroras boreales, salidas en trineos tirados por huskies, en definitiva, un verdadero destino de viaje como puede ser un Laponia.
Resulta imposible no sorprenderse a medida que avanzas por sus recónditos espacios, podrás contemplar las superficies de hielo más grandes mundo. Tómate tu tiempo, puesto que hay unos cuántos must see que no deberías perderte. Debes pasar por La Reserva Nacional de Kluane, allí te deleitarás con el Monte Logan, el pico más alto de toda Canadá. Los ancestros creían que, si escuchabas con atención, podrías escuchar los susurros de la naturaleza. También podrás maravillarte tanto con el río Alsek como con el Tatshenshini, dos auténticas y coloridas maravillas. Si te desplazas hasta el extremo norte darás con el Parque Nacional Ivvavik, con todos sus terrenos protegidos para conservar la fauna, y en especial, asegurar el nacimiento de caribúes. Si te trasladas hasta el sur podrás gozar de impresionantes lagos, alimentados por glaciares como el lago Emerald en Whitehorse.
A parte de todas estas preciosidades naturales, nunca está de más parar por la pequeña ciudad de Watson Lake, conocida por su pintoresco Bosque de Signos. ¿Su peculiaridad? Está cubierta de miles de signos viales y placas de vehículos, algo a lo que nuestros ojos no están muy acostumbrados a ver cuando vas caminando por cualquier ciudad. Al mismo tiempo, en la pequeña capital de Whitehorse, en las orillas del río Yukón, verás sus bellas cabañas históricas, museos, iglesias y los inusuales «rascacielos de troncos». Para llegar desde la costa a la capital de Yukón, Whitehorse, situado en el interior del territorio, recomendamos en Skagway subir a bordo del tren panorámico de White Pass Yukon Route, que recorre un trayecto de extrema belleza que cruza pasos de montaña como el White Pass Summit, un punto culminante del viaje.
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